¿Sabías que el equilibrio de bacterias en tu intestino puede influir en cómo duermes, en tu estado de ánimo y hasta en tus defensas? Durante la adultez, nuestra microbiota intestinal —ese ejército invisible que habita en el intestino— juega un papel vital para sentirnos bien por dentro y por fuera.

A lo largo de nuestra vida, la microbiota intestinal —ese complejo ecosistema de bacterias, hongos y virus que habitan en el intestino— evoluciona constantemente. En la etapa adulta (entre los 20 y 60 años), la microbiota alcanza una relativa estabilidad, pero está lejos de ser inmutable. Factores como la dieta, el estrés, el sueño, los medicamentos (especialmente antibióticos), y el estilo de vida influyen en su equilibrio. En este contexto, los probióticos se han convertido en aliados clave para preservar la salud digestiva e inmunológica.

¿Qué le pasa a la microbiota durante la adultez?

Durante la adultez, la microbiota tiende a mantener una composición relativamente estable, con predominio de bacterias beneficiosas como Lactobacillus y Bifidobacterium. Sin embargo, es una etapa donde muchas personas experimentan desequilibrios o disbiosis por:

• Dietas ricas en ultraprocesados y azúcares.
• Estrés crónico y trastornos del sueño.
• Consumo frecuente de medicamentos.
• Enfermedades gastrointestinales como el síndrome de intestino irritable (SII).

Estos desequilibrios pueden provocar síntomas como inflamación, hinchazón, fatiga, problemas en la piel e incluso alteraciones del estado de ánimo, ya que existe una estrecha relación entre intestino y cerebro.

¿Qué son los probióticos y cómo funcionan?

Los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, ofrecen beneficios para la salud. Actúan principalmente por tres mecanismos:

1. Competencia por espacio y nutrientes: Evitan que bacterias patógenas colonicen el intestino.
2. Modulación del sistema inmune: Ayudan a fortalecer las defensas del organismo.
3. Producción de metabolitos beneficiosos: Como ácidos grasos de cadena corta que nutren las células intestinales.

Beneficios de los probióticos en adultos

1. Salud digestiva
   Ayudan a prevenir y aliviar problemas como diarrea, estreñimiento, distensión abdominal y SII. También son útiles tras tratamientos con antibióticos, que alteran fuertemente la microbiota.
2. Inmunidad
   El 70% del sistema inmunológico se encuentra en el intestino. Los probióticos estimulan la producción de anticuerpos y células inmunitarias que ayudan a combatir infecciones respiratorias y digestivas.
3. Salud mental
   A través del eje intestino-cerebro, los probióticos pueden influir en la producción de neurotransmisores como la serotonina. Algunos estudios muestran mejoras en síntomas de ansiedad y depresión leve.
4. Metabolismo y control de peso
   Ciertas cepas probióticas pueden ayudar a reducir la inflamación crónica, mejorar la sensibilidad a la insulina y apoyar el metabolismo de las grasas.

¿Qué características debe tener un buen probiótico?

• Cepas documentadas clínicamente como Lactobacillus reuteri (presente en BioGaia), L. rhamnosus GG o Bifidobacterium longum.
• Resistencia gástrica: Que sobrevivan al paso por el estómago.
• Cantidad adecuada de UFC (unidades formadoras de colonias), idealmente de mil millones en adelante.
• Seguridad comprobada y sin efectos secundarios relevantes.

¿Cuándo se recomienda tomar probióticos?

• Después de tomar antibióticos.
• Durante episodios de diarrea o estreñimiento.
• Como prevención en épocas de estrés o viajes (diarrea del viajero).
• En personas con enfermedades intestinales crónicas.
• Como parte de una rutina de salud integral, junto a una dieta rica en fibra (prebióticos).

Durante la adultez, el equilibrio de la microbiota es fundamental para el bienestar general. Los probióticos ofrecen una solución práctica y segura para mejorar la digestión, fortalecer el sistema inmune, regular el estado de ánimo y mantener la salud intestinal a largo plazo. Elegir productos con cepas validadas científicamente y tomarlos de forma consistente puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida.